Top

Carta a Chachita

18 de Diciembre de 2018,

En las siguientes líneas hablaré de mi relación con una mujer que conocí en noviembre de 2015, cuando el alma me pedía viajar sola hacía Nuquí, Chocó.

Al bajarme de la lancha esperaba una mujer de apariencia mayor, sin embargo, en una casita de madera a unos 50 metros del mar, me esperaba un lindo rostro terso, negro y caliente que como siempre digo con mucho cariño “muy come-años” . 

Nos dimos la oportunidad de empezarnos a conocer, sentadas en un palo de madera frente a un mar de olas cóncavas de quizás un metro de altura, observando un atardecer de cielo en llamas que sigue siendo el más hermoso para mí. Desde ahí, infinidad de palabras son las que han cruzado nuestras bocas, yo con un interés por el turismo de naturaleza y la gente negra y ella con muchos ánimos de sacar adelante su emprendimiento luego de unos largos años como maestra, y lo que más me gusta, no piensa sólo en su beneficio, busca a través de lo que hace apoyar a su familia de sangre pero también a su familia extensa, esa que poco a poco es más difícil que se reconozca, porque en Nuquí, ya siendo el Pacífico Norte del país, el hilo de las prácticas tradicionales está desgastado, mis oídos no han logrado escuchar que se le diga tío a un mayor de la comunidad sin que tenga vínculo sanguíneo alguno.

Los pocos años que llevo yendo a Nuquí y a otros lugares del Pacífico colombiano me han hecho comprender que el verdadero valor de un lugar está en el retorno, cuando te das la oportunidad de revivir con recuerdos, con reflexiones, cuando investigas sobre algo que te quedó sonando de lo que experimentaste allí, y por supuesto cuando decides volver a visitar el lugar y te das la oportunidad de ver otras cosas, cuando te nace volver con un detalle, conversar con los mismos personajes y abrirse a muchos otros.

A Nuquí le agradezco el accidente de haberse abierto a lo foráneo, no le hubiese conocido de no ser así; sin embargo, reconozco lo desigual que es aquella relación, lo cuidadoso que debe ser el aceptar acciones foráneas en el territorio. Le agradezco a ese mar, en partes azul oscuro, en partes claro y en otras verdoso, en ocasiones picado y en otras liso y manso; a la selva espesa que me encanta cómo le cubre la niebla; a los morros con vegetación verdosa que atraen pájaros por doquier, a los ríos con sus partes altas y bajas, en especial a los ríos Sampichí, Nuquí y Panguí, y a la quebrada Chicuí. Le agradezco a las tortugas a quienes he visto colocar sus 120 huevos, a las ballenas de saltos 360, a los delfines juguetones con la estera que deja la lancha, a los peces y pescados (sierra, toyo, lisa, mero, albacora, entre otros) y sin duda a todos los frutos que brotan de la tierra (pipa, coco, plátano, zapote, carambolo, y otros sin fin…); han hecho de mí una mujer más sensible a la vida misma.

A Chachita, le agradezco por su persistir, por su sinceridad y cariño. Nos gusta lo que hacemos, le ponemos pasión y somos tercas a veces aunque tratamos de comprender que se necesitan bastones para andar firme en lo empinado, debemos escuchar con cautela y tomar lo que resulte necesario. 

Le agradezco también por ese picado tan sabroso que mis amistades recuerdan con desvelo. Compartir con ella es toda una experiencia de sí misma, hace que a la mujer que me habita le nazca cuidarla, no busco nunca “exotizar” a esa mujer negra, quiero que los demás compartan con ella, escuchen lo que tiene para contar, historias de mar, de río, de selva y por qué no, de dolor. Porque entre mis últimas reflexiones está la tenacidad de muchas mujeres negras del Pacífico, ella es frentera, sensata, negociadora, cuidadora, devota, ocupadísima, llena de vida y como dice uno de sus amigos nuquiseños con cariño: “charlatana”, es una narradora oral dura. 

Gracias Chachi, por muchos más andares de nuestras palabras.

Y yo me sigo preguntando si en la guerra puede haber empate, para ojos guerreros como los de ella, ávidos de esperanza.

Octubre de 2017, Posada Turística Chachita en Panguí (Nuquí, Chocó, Colombia)
Ahí estábamos, fijando un recuerdo mientras la lancha esperaba la ola para salir.
Idiomas